miércoles, 4 de agosto de 2021

EL SEPELIO DEL MUÑECO, LA COFRADIA ROSCA AZUL, EN LA VILLA MEROTORIA

En la semana santa del año 1975 , un jueves santos en las horas de tarde ,nos encontrábamos varios integrantes del grupo juvenil, Rosca Azul,  con la compañía del auto llamado teniente Alfredo Bustillo Gallo departiendo en el legendario bar Antillano, ubicado en la troncal de occidente a la altura del sector Gambotico de la Villa Meritoria, al son de unos tragos de ron Medellín o  afloja chocho como le llaman algunas mujeres por lo afrodisiaco su consumo, escuchando vallenatos de alta gama, de los hermanos Zuleta como fondo,   y las composiciones rio crecido y rio seco, esos dos temas, que al ser escuchado por los cobrados o rosqueros, se les despierta el espíritu parrandero, y que guapirrean con ahínco, como si se estuviese en el fin del mundo a la vuelta de la esquina.


 

Cuando estaba la parranda en su mayor fervor, tipo 8pm se presentaron dos noticias fatales al grupo, traídas por unos emisarios de mal agüero, para dos de nuestros amigos parranderos, a uno se le había muerto la tía mama por un infarto fulminante al miocardio al parecer, y a el otro amigo, el abuelo por ahorcamiento, a este centenario , le decían sus amigos el Muñeco por su parecido al niño Jesús  de Nazaret , pero el  muñeco no murió  por muerte natural, sino por un suicidio como consecuencia de un ahorcamiento , producto de una desilusión amorosa a sus 101  años. La pretendía, una mujer esbelta de 90 años, que por su característica física le decían la india catalina de la Villa Meritoria, estaba enamorada del sepulturero del pueblo, rechazaba al muñeco argumentando que era picha corta y polvo de gallo, según las malas lenguas entre ellas la de Katia Fernández

La respuesta del primer amigo, a las aves de mal agüero, fue que le dijera a la familia que no lo habían encontrado por ninguna parte del pueblo, y la respuesta del segundo amigo a las aves de mal agüero, fue que, le dijera a la familia que él llegaba en las horas de la madrugada al sepelio de su abuelo, ya que tenía un compromiso etílico con sus amigos parranderos. Los deudos apesumbrados por lo fatal de las noticias  , no se fueron a sus respectivas casas familiares, a pesar de semejantes situaciones fúnebres,  porque ya habían aportado para comprar el licor, incluyendo el sancocho trifásico que estaba programado para las 3 de la mañana, y la parranda era de amanecida , rematando con  un desayuno fruta de burro que se deleitaría en el emblemático restaurante el merendero , con la sazón del afamado cocinero Alfredo Rodelo, y que hoy ya se no se les llama cocinero sino Chet , en el argot social actual. El desayuno ese día fue preparado con carne encebollada frita en una cama de cebolla y tomates, Yuca, ensalada de aguacate, suero montañero, pava de ají, berenjenas ahumadas entre otras viandas

Después de semejante desayuno, viernes santo, tipo 10 am de la mañana, salimos a acompañar a los amigos adoloridos por el fallecimiento de sus familiares, primero llegamos a la casa de la tía fallecida, como de costumbre en los sepelios de los pueblos, disfrutamos, de unos cafés cerreros cosechados en las faldas de las montañas de los Montes de María, con especiales aromas a frutas silvestres. Aquí  rezamos dos rosarios, con sus respectivos padres nuestros frente al ataúd de la tía .Posteriormente nos dirigimos a la casa del abuelo ahorcado por despecho, con la tremenda sorpresa, que el difunto aún estaba colgado con unas cabuyas al cuello amarradas al caballete de la sala principal de la vivienda, por lo que todos nos preguntamos del porqué de semejante situación, el difunto, con unos ojos negros grandes despepitados como unas semillas de aguacate , con un suéter amansa loco, un pantalón de color negro, con unas abarcas tres punta y suelas de llantas de carros. La respuesta de los deudos, que estaban presente, vestidas de pie a cabeza de color negro, y chalinas blancas, nos contestaron en medio del llanto, que el inspector no había podido venir a practicar el levantamiento del cadáver, en vista, que estaba amanecido, y borracho como nosotros que estebábamos recién llegados al incipiente sepelio. Se solicitó la asistencia del inspector, porque se sospechaba, que podría deberse el infortunio a un homicidio. Entonces el grupo de la rosca azul, más peaos que gurupera de burra, procedió a bajar al muñeco de su ubicación, con la mala suerte que al jalar una de las cabuyas, el cadáver cayo accidentalmente sobre unas de las rezanderas, luxándole una de las clavículas, por lo que, Ambrosio el brujo del barrio rápidamente le ajusto el hueso, y le sujeto el brazo a la accidentada con su misma chalina, para mantenérselo quieto y sujeto al cuello. Aquí permanecimos todas  las horas del velorio, a punta de ron Medellín, y claro, contando todos los asistentes los cuentos del finado como es la costumbre, más o menos a las 4 pm salimos con el féretro para la iglesia principal,  ubicada a medio tabaco de la casa del acontecimiento , cuando llegamos a la iglesia  sobre las 6 de la tarde, el  padre Garrido,  estaba en la entrada de la iglesia, y por curiosidad pregunto, que cual era la causa de la muerte del occiso, y varios exclamamos, se ahorco por una decepción amorosa , inmediatamente el cura manifestó, no señor la iglesia católica prohíbe los santos olios a los suicidas, y menos por despecho , por lo cual el grupo fúnebre con la caja mortuoria en los hombros de los presentes procedió a trasladarlo directamente al cementerio o campo santo como le llaman hoy los arribistas de turno o las familias de abolengo.






 

Al cementerio llegamos casi a las 12 de la noche, avanzábamos 5 pasos para adelante y cuatro hacia atrás, con el único propósito que la parranda continuara por más tiempo, porque nos acompañaban unos 5 garrafones de ron Medellín y el son de la gaita de la niña José, una de las más reconocidas en la región monte mariana. Además, simulábamos la forma como se ejecuta el recorrido de la a procesión de la virgen del Carmen el día 16 de julio en la villa meritoria. También al grupo de la rosca azul, que nos considerábamos los dueños del muerto, más que la propia familia, en vista a que el finado era abuelo de uno de los integrantes de la cofradía. Nos acompañaban la farándula de la Villa Meritoria y varias mujeres de la vida alegre, que después las llamaban putas y ahora les llaman prepagos. El grupo de la farándula lo lideraba el famoso loco Berrio, y el grupo de las putas lo lideraba la Pola, propietaria del cabaret o casa de citas más emblemático de la comarca. Le llamaban el Gabi los putaneros más reconocidos de la región. La multitud llego con el féretro al cementerio a las 4 de la mañana, bajo un inclemente aguacero o tempestad, los asistentes estábamos muy borrachos, y al llegar a la entrada dejamos caer la caja mortuoria, porque las escaleras de entradas estaban resbaladizas, situación que no paso a mayores, porque volvimos a levantar el ataúd y lo desplazamos a la tumba o morada final.

Estando en la tumba, se procedió a depositar la caja mortuoria dentro de la misma, pero por alguna razón la caja no la podíamos hacer deslizar para que entrara en la tumba, por lo tanto, el nieto del finado desesperado por la situación y bajo una cantidad considerable de alcohol , procedió a arquearse en la pared de la tumba del frente y corrió hacia la caja de su abuelo y con sus piernas trato de empujarla con fuerza hacia dentro, pero con una mala suerte que por el golpe tan fuerte la caja se desarmo y el muñeco cayo afuera de la misma, creando un coge culo o caos, en el cementero que estaba bajo de una lluvia pertinaz que eran costumbres de los viernes santos en la villa meritoria, haciendo honor al mes de abril. Lluvias mil.

Finalmente, sobre el alba, más o menos , la hora que le llama del pintor, aquel lapso de tiempo entre las 5,.30 am y las 6.30  am y que no es de noche ni es de dia ,se termino de emparapetar la caja mortuaria  o pillama de palo ,que reposaría los restos del muñeco en su morada final. Paz en su tumba Muñeco.




1 comentario:

  1. Muy pintoresca tu narración esos hechos anecdóticos. Se que aún hay más, que espero con ansias de leer otras de esas anécdotas. montemarianas.

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