domingo, 12 de julio de 2020

Tragedia en la Villa Meritoria / Carmen de Bolívar, Capital de los Montes de Maria Costa Caribe Colombiana, Cronica 2.


Me contaba la niña Chepa, mi abuela materna, como cariñosamente le decían en la comarca, que ese día 11 de noviembre del año 1965, en las primeras horas a eso de las 3:00 de la mañana, casi despuntando el alba, comenzó a escuchar, que se desplazaban por el frente de su casa  como era de costumbre anualmente las bandas de viento sobre vehículos con motor y carros de tracción animal, estos últimos no son más que una carreta fabricada de madera reciclada de muebles viejos, halada por un burro, caballo o mulo, y que a sus jinetes les llaman traga peos (Se podrán imaginar porque). Esta actividad, tenía un fin específico, animar a la población a participar en las fiestas, escuchándose en el infinito sideral, esa pieza como decían nuestros ancestros, y emblemática para los colombianos, costeños y especialmente los nacidos en la Villa Meritoria como es Carmen de Bolívar, rugiendo el clarinete el maestro Lucho Bermúdez entonando ese verso inmortal “Como las mieles que dan sus cañas/ tienen tus hembras los labios rojos/, toda la fiebre de sus montañas/, las llevan ellas dentro de los ojos/, tierra de placeres, de luz de alegría/ de lindas mujeres, Carmen tierra mía”.

Escuchaba, además a María Varilla, otra obra maestra del género del porro. También escuchó a Candelaria, a son de las gaitas, resonando los instrumentos hembra y macho armonizadas con tambores, entonándola nada mas y nada menos por los Gaiteros de San Jacinto, con su líder Toño Fernández, el gaitero mágico. Y pensar que este bello género musical  en décadas anteriores, estaba proscrito en la Villa Meritoria, ya que, era considerado de baja ralea, y me decía, con  tono aristocrático y altivez, que esta clase de género musical se  escuchaba inicialmente en las casas de citas o cabaré, lugares donde las mujeres de la vida alegre se acostaban con los señores jarochos, aquellos, que se les escapaban a sus esposas y compañeras por la puerta falsa, para hacer cuchu cuchu como le llamaban a las relaciones sexuales extramatrimoniales de forma coloquial. Las casas de los pueblos todas tenían esa puerta falsa, colocada estratégicamente en la parte adyacente de los patios. A mediados de los años 1960 se comenzó a escuchar las gaitas y acordeones, en las fiestas de los salones de los clubes sociales como el Club Carmen, Halcones y Cosacos entre otros. Entre otras cosas, antes de la fundación de estos recintos, en la Villa no existían clases sociales, porque todos éramos iguales ante las tres divinas personas (Padre, Hijo y Espíritu Santo).


Me decía mi abuela Chepa, con la voz entrecortada, los ojos grises, húmedos, brillantes como un crisol, su piel cobriza combinados con su cabellera blanca, producto de la edad, el trabajo y la desgracia que ella llamaba, la cual la iglesia llama designios de Satanás para contrariar a Dios, que ese día, más o menos, a las 6:45 de la mañana, salió del cuarto de la casa, hacia la cocina a preparar el café, que ella misma sembraba, molía y tostaba, después de traerlo de la Hacienda la Puente, ubicada a 4 horas del casco urbano de la Villa Meritoria en vehículos montañeros, y a 12 tabacos como era que se medía el tiempo de viaje entre dos puntos  equidistantes cuyo medio de transporte era (Caballos, Burros y Mulos), es decir, el número de tabacos que necesitaba fumarse el jinete en la travesía, y lo más paradójico, el  tabaco debía fumarse con la parte encendida dentro de la boca, sin quemarse el paladar , si se quemaba el paladar era un mal jinete y el tabaco  no era sembrado en las  tierras fértiles  de los Montes de María , sino en otros lares distintos, decían los campesinos. “Los Montes de María, esa subregión del caribe colombiano de 2.665 kilometros cuadrados, compuesta por montañas pequeñas como es el cerro Cansona, ese bello regalo del creador para con la Villa Meritoria”. Y no es casualidad, sino por conjuros espirituales, que el marco de la plaza de la Villa Meritoria, tenga similares características a la plaza de la capital norteamericana, esa que lleva el apellidó del masón George Washington.

Estando en la cocina, una construcción, ubicada en el fundillo o el culo  del patio, con paredes de bahareque, paredes repelladas con estiércol de vaca , techo de palma, miró por la ventana, y percibió a lo lejos del firmamento una figura maligna  o cara fea con cachos y orejas puntiagudas dentro de una nube, esa misma imagen que vio, cuando en el año 1958 falleció uno de sus yernos adorados, en un lamentable accidente automovilístico en las goteras de la Villa Meritoria, padre de quien escribe estas líneas. 

Ella rememoró en el tiempo, y presagio con su mirada triste y melancólica, agüeitando hacia el cielo, buscando una señal del señor, que se cernía sobre la familia malas noticias, porque además, me dijo que yendo para la hacienda días antes, se le atravesaron en el camino varias mariposas de colores fúnebres como el morado y café con ojos sobre salidos, no amarillas como las del Macondo de García Márquez, estas presagiaban según el creer campesino malas noticias, relacionadas  con fallecimientos de familiares o amigos cercanos. 

También recordó que su mama la Nena, esa bisabuela que murió de 116 años, le decía que esas señales eran satánicas, porque en la Pandemia de 1920, cuando murieron tres de sus hermanos, también percibió algo similar, decía la bisabuela que, a mediados de esa pandemia o peste, un viernes santo, hubo un eclipse de sol que oscureció el firmamento, y las aves de corral se subieron a dormir a los arboles como de costumbre. Muchas personas enloquecieron, hasta tal punto que, los habitantes de la Villa Meritoria, que estaban con enfermedades psiquiátricas a mediados de 1950 les apodaban loquitos hijos de la peste. 

Ella interpreto todos estos mensajes subliminales, como es normal, las madres presienten, los asocio con las fiestas en corralejas que se celebraban ese día en la Villa Meritoria, y que toda la familia, incluyendo hijos y nietos serán protagonistas de la misma, por ser abanderados de estas celebraciones. Como es costumbre, en los pueblos costeños, las familias pudientes o de abolengo que así las llamaban, hoy adineradas, tienen palcos exclusivos para disfrutar el día de toros, al mismo invitan a amigos del mismo pueblo y de la región, y cuyos propósitos entre otros es demostrar su poder económico, buscando el político y social sino lo tienen. Este día, lucen todos parroquianos, los mejores sombreros, trajes y accesorios incluyendo abarcas, el invitado que se presenta con abarcas tres puntas, con suela de llanta de carro, es considerado de baja ralea, usando perfumes, entre más penetrantes, tienen más importancia en el ámbito social. 

Cedula de extranjería Elias Fernandez Behaine.
Ese 11 de noviembre, como de costumbre, desde muy temprano el turco Elías Salomón Behaine Sater, que así era su identificación registrada en el Líbano, pero que por temas de inmigración en Colombia se llamaba Elías Fernández Saher, celebró en una de sus haciendas llamada la Candelaria, ubicada a pocos kilómetros del pueblo y vecina del arroyo Alférez, ese que baña al Valle Monte Mariano, la llamada recepción, la que no es más que una fiesta previa al inicio de una tarde de toros, participando en ella sus cuatro mujeres reconocidas como buen árabe, sus 22 hijos, 9 hombres y 13 mujeres, sus 39 nietos a esa fecha, más amigos invitados de la familia. Esta prole fue engendrada con varias mujeres, pero con la misma, con ese órgano varonil que tiene varias acepciones entre ellas le llaman Picha, Pene, Verga, pero la más conocida es la Monda, tan importante es este remoquete, que un equipo legendario de la Costa Atlántica lo tiene como eslogan, “Junior tu papa y los demás valen monda”. La abuela Chepa antes de salir a la plaza de toros, o la corraleja, invoco el salmo 91 de la biblia que a la letra reza: ”Tu que habitas al amparo del altísimo./ Y vives a la sombra del Omnipotente./ di al Señor./ El te librara de la red del cazador y de la peste mortal./ Te cubrirá con sus plumas y debajo de sus alas te refugiaras./ Su brazo es escudo y armadura./ No temerás el terror de la noche, ni saeta que vuela de día”.

Esta fiesta era amenizada con ron blanco, buena música de acordeón, ejecutada por los grandes juglares San Jacinteros, Andrés Landeros y Adolfo Pacheco, este último meció al pueblo vallenato en una hamaca, así lo dice uno de los versos de ese poema convertido en una canción llamada la hamaca grande, gaitas y porros paletiaos. Las viandas, eran múltiples, entre ellas el Kibbeh, Tahine, Carne cruda, haciendo honor a la gastronomía libanesa, y tampoco faltaba la mazamorra de arroz con leche, el hígado soasado que se consume con un revuelto de sal y pimienta árabe. Entre otras cosas, algunos colombianos creen que está manjar a base de trigo es originario de la costa, por lo arraigado que está en la gastronomía caribe. No faltaba el sancocho de las siete carnes compuesto por, gallina de patio, carne salada, pato ahumado, ubre, costilla de res y cerdo, más la vitualla de la zona como el ñame espino, la yuca, maíz, culantro montañero. Esta hortaliza que entre los beneficios que tiene para la salud está el de generar la sacada de vientos estomacales, que en términos coloquiales se llaman peos o pedos, peos para los estratos clasistas 1,2,3 y de 4 en adelante pedos”. No podía faltar el aguacate, el suero atoya buey, y la pava de ají.

Estos sancochos de las siete carnes, cocido con leña del palo de chicho, son una tradición astronómica de la Villa Meritoria. ¡Ay chuchi!, como dicen los integrantes de la cofradía Rosca Azul, al terminar una parranda, con el disfrute del mismo. Ese grupo de sesentones hoy, que han dejado huellas en la Villa Meritoria, con varios estandartes de las letras, artes, cultura entre otros, como el maestro José Cohen Espinosa, ese que con sus obras retrata a los Montes de María al amanecer, guiado por el espíritu de nuestro salvador Jesucristo, su pariente lejano y paisano judío. Otro personaje de la cofradía a resaltar, el amigo alias Salvatore, quien se alzó en armas, asimilando ideas revolucionarias de los años 60, hoy reinsertado a la sociedad tratando de emular al bastardo Fidel Castro, líder de la revolución cubana. Y que decir, de los hermanos Flórez, que, con su pequeño bar, pero acogedor que se llamo la Terracita, contribuyeron al desarrollo social de la cofradía con aquellas tertulias parranderas, con música de fondo de juglares vallenatos de la época, como fueron Alejo Duran, los hermanos López, hermanos Zuleta entre otros. A veces, rememorando el tiempo de la niñez, oigo en la lejanía con los vientos la poesía vallenato Rosa Jardinera, recitada por el ruiseñor del Cesar.

Después de las horas del mediodía, sobre las 2:00 de la tarde, están el sol canicular en unos 35 grados bajo sombra, en este valle donde está ubicada la Villa Meritoria, se desplazó la Familia Fernández Behaine a la cabeza de su patriarca, a pie, amenizando el recorrido dos 2 bandas cordobesas que llaman chupa cobre o de viento, entonando unas de las obras maestras de Lucho Bermúdez como es Carmen de Bolívar. También estaba amenizando el desplazamiento, el maestro Alfredo Gutiérrez con una de sus obras maestras los Sabanales.

Al llegar a la plaza de toros, la familia Fernández Behaine se ubicó en el palco que se tenía alquilado previamente a los organizadores de las fiestas. En forma diagonal a la corraleja, estaba ubicado el palco de la familia Frieri Mazzeo a la cabeza de su patriarca, ambas familias iniciaron disfrutando del jolgorio, al son de buenos licores sobresaliendo el ron blanco y el ñeque. Sobre la plaza, caía una lluvia pertinaz, con una tarde gris, y unos vientos tristes provenientes de las alturas de Cansona, tristes porque eran sus corrientes, cálidos y fríos.

Entre estas dos familias, existían antecedentes de conflictos verbales y materiales de años anteriores, los verbales por las defensas de los ideales liberales y conservadores expuestos en arengas callejeras por ambos bandos, y uno material generado por el Sr. Rafael Frieri, que consistió en que le propino unos balazos en una de las piernas al nieto preferido del turco Elías cuya consecuencia fue una cojera permanente en la pierna izquierda.

El inicio de la corrida, fue con de un toro de color azabache, corpulento y un peso aproximado de 500 kilos con cachos curvos afilados, se deleitaban los manteros, banderilleros, garrocheros, y los torreros improvisados, y así salieron uno a uno 40 toros de lidia hasta las 6:00 de la tarde. En el redondel de corraleja, en ese terreno polvoriento, rojizo y húmedo, también se encontraban participando integrantes de las familias Frieri, Fernández Behaine y Méndez, estos últimos eran los administradores de las haciendas de la familia Frieri, unos en caballos garrocheros, y otros a pie, como es la costumbre de las corralejas en la Costa Caribe.

Con los ánimos caldeados, por los antecedentes descritos en párrafos anteriores, y el consumo de licor, estas familias y sus allegados, se enfrentaron verbalmente y materialmente, dentro de la corraleja, utilizando sus armas de todos los calibres, y termino en los frentes diagonales de las viviendas de las familias enfrentadas. Estas familias vivían en la misma carrera y calle adyacentes, sus casas se distanciaban solo unos 70 metros mas o menos, las casas de la familia Frieri y la familia Méndez quedaban diagonales a la de la familia Fernández. En este sitio, fue asesinado el Sr Ezequiel Méndez, conocido como Zequielito en la Villa Meritoria, quien era el administrador de las haciendas del Sr Rafael Frieri o Sopla. Cuentan algunos habitantes del pueblo que en la esquina de las casas enfrentadas se formó una bola de plomo más o menos del grande de un balón de fútbol debido a las que se encontraban, por no dar en el blanco. Por otro lado, las paredes y puertas de las casas de estas familias, quedaron marcadas por muchos años, con los agujeros de las balas, en señal de una guerra entre familias amigas. Esta trifulca, tuvo un término de treinta (30) días contados desde el 11 de noviembre hasta el día 21 de diciembre del mismo año, día en que fue asesinado el Sr. Manuel Fernández Puente, en la puerta del legendario Teatro Santafé de su propiedad, y quien era uno de los hijos mayores del turco Elías.

Producto de un conflicto, que ha debido evitarse, con el concurso de los lideres familiares o amigos allegados, fallecieron dos padres de familia, convertidos en mártires por sus familias, cada uno con sueños y proyecciones futuras, por un lado Manuelito, como le decían cariñosamente en la familia, un hombre emprendedor, líder por naturaleza, político por convicción, ganadero por herencia y Zequielito como también cariñosamente le decía su familia, un hombre trabajador, y responsable del manejo administrativo de las haciendas del Sr. Frieri. Con estos episodios dolorosos, aparece otra familia involucrada en el conflicto sin quererlo, que es la familia Méndez. 

 

 

 

Teatro Santa Fe (Lugar asesinato del señor Manuel Fernandez Puente)




Lugar Casa Familiar de la familia Behaine en Maazrat El Chouf, Libano.


3 comentarios:

  1. Muy buena crónica que recuerda dolorosos años vividos por toda la población. Merece convertirlo en un libro con el realizmo de la tragedia que enlutó a tan queridas familias.

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  2. Extraordinaria cronica. Halos de nostalgia, familias tan prestantes y pudientes. Hoy la historia fuera otra. Felicitaciones Elias

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